"Azucar en la infancia"
El azúcar es un término muy amplio e incluye diferentes variaciones con diferentes significados. Es importante entender las diferencias para controlar la ingesta de azúcar en la dieta del niño.
El término azúcar total se refiere tanto al azúcar natural presente en los alimentos como al azúcar libre. El azúcar se encuentra de forma natural en las frutas, hortalizas y algunos granos, así como en forma de lactosa en la leche y los productos lácteos.
La OMS define el azúcar libre como todos los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos y bebidas por la industria o consumidor, además del azúcar presente de forma natural en la miel, los jarabes, los zumos de frutas y concentrados de zumos de frutas.
Es importante destacar que el azúcar libre puede tener consecuencias fisiológicas diferentes que las del azúcar intrínseco presente en las paredes celulares intactas de las plantas, en las frutas y hortalizas o en la leche y los productos lácteos naturalmente presente como lactosa.
El entorno alimentario actual se caracteriza por un suministro barato y abundante de azúcar y un aumento continuo de su consumo. En las últimas décadas, el consumo de bebidas azucaradas (bebidas que contienen edulcorantes calóricos añadidos, como la sacarosa, el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, los concentrados de jugo de frutas) ha aumentado dramáticamente en niños y adultos.
Los alimentos o bebidas etiquetados sin azúcar añadido y/o azúcares naturales, pueden contener azúcar libre, por ejemplo, cuando contengan miel, zumo de fruta o zumo de fruta concentrado, si leemos los ingredientes de ese producto la mayoria de las veces en el unico lugar que tiene fruta natural es en la foto.
Los zumos de frutas tienen generalmente una composición nutricional superior a las bebidas azucaradas, ya que contienen potasio, vitaminas A y C y algunos están fortificados con vitamina D y/o calcio, pero contienen cantidades similares de azúcar libre (5-17%) y energía (23-71 kcal/100 ml).
El consumo excesivo de azúcar libre, especialmente en forma líquida, está vinculado a una serie de situaciones de salud, tanto a corto como a largo plazo. Algunos de los efectos para la salud del consumo excesivo son un riesgo significativamente mayor de sobrepeso y obesidad, un incremento del riesgo de caries dental debido al azúcar libre y a la acidez que resulta en la erosión dental, cantidades excesivas puede provocar diarrea crónica, flatulencia, distensión y dolor abdominal, y retraso en el crecimiento, un mayor consumo de fructosa (a partir de azúcar añadido) se asocia con múltiples factores que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y de diabetes tipo 2.
Las bebidas con azúcar (bebidas azucaradas y zumos de frutas) aportan menos saciedad que un alimentos en forma sólida con una cantidad equivalente de azúcar, lo que lleva a un aumento del consumo de alimentos y de energía.
El consumo de bebidas azucaradas y zumos de frutas en bebés, puede desplazar la lactancia materna o artificial, lo que puede afectar negativamente el aporte de nutrientes y disminuir la calidad de la dieta, especialmente por el consumo de bebidas azucaradas que se asocia con la ingesta inadecuada de calcio, hierro y vitamina A en niños y adolescentes.

El Comite de Nutrición de ESPGHAN recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite a <5% de la ingesta energética para niños y adolescentes (edades ≥ 2-18 años). La ingesta de azúcar libre debe ser incluso menor en bebés y niños menores de 2 años.
Los bebés tienen una preferencia innata por los sabores dulces, salados y sabrosos. Los recién nacidos prefieren las soluciones dulces al agua, y las más dulces a las que lo son menos.
Los niños pequeños también tienen preferencia por los alimentos de alta densidad energética.
La elección y preferencias de los alimentos no sólo están influenciadas por la genética sino también por la disponibilidad de alimentos y por las influencias culturales y de los padres.
La aceptación de los sabores básicos durante el periodo de alimentación complementaria puede ser diferente en niños amamantados que en los alimentados con fórmula. Los bebés alimentados con fórmula están expuestos a un sabor constante donde predomina el sabor dulce; sin embargo la leche materna también tiene un sabor dulce, pero además expone al bebé a diferentes sabores y aromas, dependiendo de la variedad de la alimentacion y nutrición de la madre.
Los niños suelen rechazar los alimentos nuevos, especialmente los amargos, hortalizas y alimentos proteicos pero la aceptación de nuevos alimentos puede mejorarse y beneficiarse mediante la exposición a una variedad de sabores apostando a mezclas de sabores y texturas.
Los niños tienen la capacidad de aprender las preferencias de los alimentos que tienen a su disposición, por lo que la preferencia por el sabor dulce puede modificarse en parte por la experiencia con los alimentos, incluso en la infancia temprana.
Aunque la preferencia por el sabor dulce es innata, puede ser modificada o reforzada por exposiciones pre y postnatales. La lactancia materna puede estar asociada con una mayor aceptación de nuevos alimentos y sabores.
Siempre que sea posible, el azúcar debe consumirse en su forma natural a través de la leche materna, la leche y productos lácteos sin azúcar (por ejemplo, yogur natural) y las frutas frescas enteras, en lugar de bebidas azucaradas, zumos de frutas, batidos o bebidas y productos lácteos azucarados. El azúcar se debe consumir como parte de una comida principal y no como aperitivo. A los bebés no se les debe dar bebidas que contengan azúcar en biberones o tazas, y a los niños se les debe desanimar en el hábito de dormir tomando bebidas o leche azucaradas en biberón, no lo alimenta e interfiere con la educacion alimentaria
La bebida recomendada para los niños es el AGUA.
Las bebidas que contienen azúcar (bebidas azucaradas y zumos de fruta), los batidos y alimentos a base de frutas (bebidas lácteas azucaradas, productos lácteos azucarados) deben reemplazarse por agua o, en este último caso, por productos lácteos sin azúcar y bebidas lácteas o productos lácteos sin azúcar con la cantidad de lactosa naturalmente presente en la leche.
Los estudios han demostrado que reemplazar el azúcar libre con edulcorantes no nutritivos o no calóricos (edulcorantes artificiales, edulcorantes bajos en calorías y edulcorantes no calóricos) se asocia con un menor aumento de peso y valores de IMC más bajos a corto plazo, pero aun no se conoce bien el impacto de los edulcorantes sobre la salud metabólica a largo plazo. y se dispone de poca evidencia para hacer una recomendación basada en la evidencia sobre su uso.
A medida que los niños crecen, el conocimiento y la información pueden convertirlos en poderosos agentes en favor del cambio y si acudimos a un nutricionista seguramente estemos garantizando una correcta alimentación a los niños y adolescentes.
Lic y Coach Nutricional Magaly Burgues